La noche se desvanecía como la sangre se derramaba por mi cuerpo, y poco a poco se iba fundiendo con el mar que tenia a mi alrededor; la cuchilla resbalaba entre mis dedos y mis ojos cansados peleaban por no cerrarse pero a la vez disfrutaban con que su última imagen fuese un amanecer en el horizonte, como si una preciosa bola de luz surgiese de entre las olas.
Cada vez hacía más sol, sin embargo el frío iba recorriendo mi cuerpo como si de una carrera se tratase. Ya no sentía los dedos, las manos, ni los pies mientras que en mi cara se dibujaba la mayor sonrisa de mi vida. A la vez, gotas frías recorrían mi frente y unas lágrimas saladas se derramaban por mis mejillas...
Eché de menos el poder divisar mi vida como si de una película se tratase, pero me daba igual, el dolor se había ido, y mis ojos no se volverían a abrir, todo había acabado, y esa sonrisa nunca más se desvanecería...
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